Últimamente hay una frase que utilizo mucho: “Las campañas se crean en la rebotica, pero luego hay que trasladarlas al espacio físico de la farmacia y al mostrador”.
Esta frase es la respuesta a “No me funcionan las campañas que organizo en la farmacia”. ¿Alguna vez te ha ocurrido esto? Entonces sigue leyendo el post.
El día que te sientas a desarrollar una campaña debes pensar que es una larga jornada de trabajo. Uno de los puntos en los que hay que detenerse es en la gestión de los puntos calientes del espacio de venta, piensa que desde que el cliente se acerca a la farmacia, ve el escaparate y a continuación entra, debe de encontrarse con varios impactos que despierten la necesidad (muchas veces inconsciente) de comprar o de interesarse por el producto que se trabaja en la campaña. De ahí la importancia de plantearse qué ubicar en los puntos calientes de la farmacia, cuándo y cómo.
Como os comentaba al inicio del post cuando organizas una campaña en la rebotica la debes de trasladar al punto de venta, y una forma de trasladarla es haciendo una buena gestión de estos puntos. En cada campaña piensa qué productos vas a exponer en los puntos calientes y cuando. Si si, hablo de cuándo porque para que sean efectivos y el mensaje llegue al paciente no puedes tener el mismo producto expuesto en bucle durante semanas y semanas, máximo un mes, después deberás cambiarlo y exponer otro, aunque sea de la misma familia pero ya no se recibe el mismo impacto.
Otra regla muy importante, los expositores son un “vendedor silencioso” si se gestionan bien: no coloques expositores a diestro y siniestro, debes pensar en ser minimalista, vale la pena que vayas rotándolos incluso cada 15 días pero no los quieras tener todos a la vez. Si pones demasiados, el paciente recibe tantos mensajes que al final ninguno será efectivo.
¿Cómo organizas los puntos calientes de tu farmacia?